martes, 17 de julio de 2012

Seguí su luz aquel día


Pienso que nada me queda
entre mi piel y su carne
de una noche compartida
con sabor de dulce amante.

En mi boca ni en mi mente
quedo el color de su amor
yo que he sido un ruiseñor
lloré tendido en su vientre

Cuándo su aliento se apagó
entre mis labios dormidos
convirtiéndome en silencio
seguí su luz aquel día

 Brillando en la poesía
escucho su voz todavía
cantándome en mi ventana
como un ángel celestial
que ha llegado a esta tierra
 solamente a darme amor.